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Apocalipsis los Ultimos Tiempos
En esta jornada, aquí en Buenos Aires se registraron temperaturas de hasta 50 grados centígrados de sensación térmica. Algo inusual, tan inusual como las tormentas y/o tornados que antes no se registraban en la zona y han empezado a manifestarse desde hace algunos años cada vez con mas frecuencia.
Creemos que esto es principio de dolores, como lo llama Jesucristo en su Palabra y que no habrá vuelta atrás. La tierra irá de mal en peor.
Por más que la inmensa mayoría meta la cabeza debajo de la tierra los acontecimientos que vienen no son de los más halagüeños para la humanidad sino muy dolorosos, como decía el Nazareno:
"El que tiene oídos, que oiga."
Mateo 13:9
Dos versículos del Apocalipsis registran algo que creemos está empezando a cumplirse
Dos versículos del Apocalipsis registran algo que creemos está empezando a cumplirse
Apocalipsis 16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y al sol le fue dado quemar a los hombres con fuego. Apoc. 16:9 Y los hombres fueron quemados con el intenso calor; y blasfemaron el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
Apocalipsis 16:20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Apoc. 16:21 Y enormes granizos, como de un talento cada uno, cayeron sobre los hombres; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo, porque su plaga fue* sumamente grande.
Joel 3:13-15 “Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor”.
Presentamos una nota por demás radical respecto de este tema y su relación con el Apocalipsis.
Más allá de los desmanes que el hombre ha hecho en este planeta con consecuencias nefastas la nota habla del control por Dios ejercido y que nada ha escapado de su mano.
Sin embargo es necesario decir que lo que prevee el Apocalipsis es un juicio severo de parte de Dios por la ceguera voluntaria y la continua negación del hombre a arrepentirse de su propia maldad.
Estos juicios serán llevados a cabo por parte del Todopoderoso y tienen mucho que ver con condiciones climáticas que vemos que se avecinan.
Fuente: http://apocalipsislosultimostiempos.blogspot.com.ar/2012/12/calor-calentamiento-global-y-apocalipsis.html
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La Voz de los Martires
Nota de la redacción : Según lo difundido por el científico alemán, el Dr. Hans Penner, este recibió del Ministerio Federal del Medioambiente de Alemania la información que en Alemania sólo el 1,2 % (a nivel mundial es el 2,2 %) de la emisión del dióxido de carbono proviene de fuentes técnicas, los restantes 98,8 % provienen de la respiración de los seres vivientes, es decir seres humanos, animales y microorganismos. Por consiguiente es ridículo pensar que reduciendo el 1,2 % tenga un efecto significativo dentro del total. Esto es razón suficiente para darse cuenta que este tema en realidad persigue otros fines políticos a nivel global dentro del marco del venidero reino anticristiano, tal como expone este artículo de una manera bien clara, aunque es un poco extenso pero vale la pena leerlo hasta el final.
LA NOTA:
La Voz de los Martires
Nota de la redacción : Según lo difundido por el científico alemán, el Dr. Hans Penner, este recibió del Ministerio Federal del Medioambiente de Alemania la información que en Alemania sólo el 1,2 % (a nivel mundial es el 2,2 %) de la emisión del dióxido de carbono proviene de fuentes técnicas, los restantes 98,8 % provienen de la respiración de los seres vivientes, es decir seres humanos, animales y microorganismos. Por consiguiente es ridículo pensar que reduciendo el 1,2 % tenga un efecto significativo dentro del total. Esto es razón suficiente para darse cuenta que este tema en realidad persigue otros fines políticos a nivel global dentro del marco del venidero reino anticristiano, tal como expone este artículo de una manera bien clara, aunque es un poco extenso pero vale la pena leerlo hasta el final.
LA NOTA:
¿Quién no ha escuchado el término “calentamiento global”?
En estos días, las mentes seculares están absolutamente obsesionadas con lo que
ha llegado a ser llamado “cambio climático antropogénico”. Este
término tan sofisticado simplemente se refiere a las alteraciones del clima
debido a la actividad humana, en oposición a los procesos naturales geológicos
y biológicos, tales como el aumento del dióxido de carbono, la actividad
volcánica y la respiración global de la vegetación.
Se ha creado un debate en torno a la posibilidad actual, de
que el hombre esté influyendo más o menos en el clima de la Tierra, y que
también influyó en el pasado. Incluso en épocas pre-industriales, debido
sobre todo, a la deforestación y la reconversión de tierras para sus
actividades agrarias y ganaderas.
Impulsado por las presentaciones de los medios noticiosos,
principalmente por la producción en video del ex-vicepresidente de Estados
Unidos Al Gore, titulado “Una verdad inconveniente”, se ha propagado más
y más la creencia, de que el consumo de combustible a base de carbón por los
seres humanos, está cambiando radicalmente el clima de la Tierra.
En tonos histéricos sus proponentes proclaman a voz en cuello, que dentro de pocos
años nuestra atmósfera estará tan cargada con el exceso de dióxido de carbono y
otros subproductos del smog, que en el planeta tendrá lugar un proceso
irreversible de calentamiento. Dicen, que el resultado será, desiertos
más vastos, inundaciones en las zonas costeras, pérdidas en las cosechas y la
muerte de millones de personas.
El celo tan desmedido por promover la hipótesis del
calentamiento global, ha llegado a alcanzar en nuestros días las proporciones
de una religión. Y esto es bien simple, a través de la adoración de la
Tierra, ya que ven “el maravilloso planeta azul” como el
originador y sustentador de la vida. Tal cosa, claro está, es un
resultado natural de la teoría de la evolución. Ya que si es cierto, que
los “miles de millones de años” legendarios de la supuesta sopa química
primitiva, dieron origen a la sociedad humana inteligente, tal como la
conocemos, entonces no debe extrañarnos que la conservación del medio
ambiente se haya elevado al nivel de adoración.
Bajo estas condiciones, el cuidar bien el medio que nos
rodea, no es sólo sentido común, sino una ley religiosa. “La ciencia” se
convierte en el clero, sin tolerancia alguna por lo que no están de
acuerdo. Incluso ya se está actuando para silenciar a cualquier
científico que se atreva a oponerse al consenso, de que el cambio en el clima
se debe a la actividad humana.
Se ha investido al gobierno global con el poder para poner
en vigor los credos de esta nueva religión. Para los políticos, la
conservación de la vegetación del planeta es la prioridad número uno.
Debido a esto se está estructurando una nueva ley ética y moral sobre la
custodia del planeta, la cual le ha sido confiada a la ONU.
El Convenio Marco de la ONU Sobre el Cambio Climático, que
se firmara en Río de Janeiro en 1992, dio origen al Protocolo de Kioto, un
instrumento internacional que tiene por objeto reducir las emisiones de seis
gases considerados como causantes del calentamiento global, esos gases son el
dióxido de carbono, el metano y óxido nitroso además de tres gases industriales
fluorados: hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluoruro de azufre.
Los países participantes estuvieron de acuerdo en reducir el
dióxido de carbono, y los gases causantes del efecto de invernadero, producto
de las emisiones. Más de 160 naciones se han sometido a los protocolos llevando
el 55% de la emisión de los gases supuestamente causantes del efecto de
invernadero, bajo el control de la ONU. La campaña actual es lograr el
100% de la participación... o el sometimiento.
Esta nueva religión no carece de indulgencias. Los
productores gravosos de gases pueden comprar “créditos de carbón” a
productores menos vigorosos. El resultado de esto es una transferencia de
riqueza de los países más ricos a los más pobres. Muchos reconocerán esto
como la religión del socialismo, la cual siempre ha sostenido que la
distribución de la riqueza es el camino hacia la paz.
Detrás de todo, la motivación principal para la adherencia a
estas nuevas reglas y regulaciones, es la visión horrenda de un desastre global
venidero como un juicio por el consumo excesivo de energía. La brigada
del calentamiento global está amenazando con castigar a esos que no escuchen
sus advertencias acerca del colapso de los sistemas del clima global.
En efecto, este sacerdocio secular está prediciendo su
propia versión del Apocalipsis. La visión de ellos está centrada en
ciertos cambios atmosféricos que son interpretados como heraldos de supertormentas
globales, oleadas de calor abrasante y miseria humana. Creen que los hombres,
no Dios, causarán el apocalipsis. Para ellos, la culpa mayor la tiene la
polución causada por el consumo de petróleo, carbón y gas.
Estos aterrados críticos, han centrado su ira sobre lo que
consideran un mercado libre fuera de control que devora los recursos y arroja
gases contaminantes. Los defensores radicales del medio exigen la
reforestación del mundo. Su clamor es: “A ustedes no les preocupa sus
hijos; no les importa el planeta; no les preocupa el futuro”. La respuesta
usual de ellos, es aplicar el freno para someter al comercio e imponerle
medidas extremadamente severas a los ofensores. Ver Nota
¿Cuál es la realidad?
Antes de darles la razón y aceptar sus histéricas acusaciones, examinemos primero el futuro del planeta bajo otra perspectiva - la bíblica, de acuerdo con la versión verdadera del Apocalipsis, que es completamente diferente a esa que conciben los aterrados políticos belicosos. Como es bien sabido, la Biblia tiene mucho que decir acerca de futuro de nuestro clima y del medio que nos rodea. De hecho, habla extensamente sobre un período de intenso calor, de un calor que no es causado por el hombre, que tampoco es producto del efecto de invernadero, sino que es consecuencia del sol. Es Dios quien lo ocasiona y por un propósito específico. Un buen ejemplo de esto podemos verlo en los siguientes versículos: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16:8,9).
Antes de darles la razón y aceptar sus histéricas acusaciones, examinemos primero el futuro del planeta bajo otra perspectiva - la bíblica, de acuerdo con la versión verdadera del Apocalipsis, que es completamente diferente a esa que conciben los aterrados políticos belicosos. Como es bien sabido, la Biblia tiene mucho que decir acerca de futuro de nuestro clima y del medio que nos rodea. De hecho, habla extensamente sobre un período de intenso calor, de un calor que no es causado por el hombre, que tampoco es producto del efecto de invernadero, sino que es consecuencia del sol. Es Dios quien lo ocasiona y por un propósito específico. Un buen ejemplo de esto podemos verlo en los siguientes versículos: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16:8,9).
Aquí tenemos unos versículos de la Biblia que revelan una
gran verdad bíblica - que el mundo natural está bajo el control constante del
Omnipotente. En esta edad de “iluminación”, es común pensar que
los procesos naturales se controlan a sí mismos. Incluso, la mayoría de
cristianos creen que estos procesos fueron puestos en moción en algún momento
en las edades pasadas, y que a partir de ese punto en adelante se regulan a sí
mismos. Las estrellas arden, hasta que terminan por apagarse. Los
procesos internos de ellas son guiados por procesos físicos bien conocidos por
los astrofísicos. Si una estrella como nuestro sol, se enfría o se
calienta de súbito, debe ser debido a variación natural, como gravedad, o
cambios gaseosos o electromagnéticos.
Sin embargo, la Biblia no se equivoca al respecto. El
Señor Dios ha enviado un mensajero para que cambie la actividad
solar. Ignoramos la forma exacta cómo lo hará. En el caso que
citamos, el resultado es un aumento en la intensidad del calor que tiene un
impacto directo sobre la existencia humana. La acción de los ángeles
causará calentamiento global.
El Apocalipsis trae consigo otros cambios cataclísmicos,
incluyendo tormentas asesinas de granizo, alteraciones en las placas
tectónicas, actividad volcánica desenfrenada y cambios abruptos en el clima
general del planeta. Sin embargo, es necesario enfatizar, que el mal uso
del hombre de los combustibles no tiene nada que ver con los juicios que se
avecinan. En lugar de eso, las variaciones en la actividad solar se
encuentran en el centro de estas perturbaciones.
El Sol
Comparado con el tamaño del Sol, la Tierra es
diminuta. El diámetro de nuestro planeta es 12.756 kilómetros. Mientras
que el sol tiene un diámetro de 1.390.000 kilómetros, ¡es casi 109 veces más
grande que la Tierra!
El sol es abrumadoramente gigantesco, cuando se compara con
todos los otros cuerpos celestes en nuestro sistema planetario. ¡Constituye el
99,8% de toda la masa del sistema solar! Júpiter, el planeta más grande,
contiene la mayor parte del resto. La masa de la Tierra es sólo una
fracción diminuta del resto.
El sol es una máquina termonuclear diseñada por el
Creador. Produce calor y luz, precisamente en la proporción correcta para
mantener la vida física tal como la conocemos. La energía que se origina
en su interior no es un accidente de física, sino que Dios lo hizo de esta
forma. Tampoco es la distancia de la órbita de la Tierra, un asunto de
coincidencia. A la velocidad de la luz nos encontramos a ocho minutos del
sol, o lo que es lo mismo a 150 millones de kilómetros de distancia.
A esta distancia ideal, la combinación de la radiación
solar, nuestra composición atmosférica, los campos magnéticos y otros factores
interplanetarios, producen un clima ideal para la vida humana. Estos
elementos no pueden ser simple coincidencia. Incluso la existencia de la
Luna que es aproximadamente un cuarto del tamaño de la Tierra, provee la
estabilidad para las mareas que impiden que nos cocinemos o que nos
congelemos. Nuestro sol, no es ni demasiado caliente, ni demasiado frío,
sólo perfecto. Somos protegidos de su peligrosa radiación, pero nos
proporciona suficiente luz en el rango espectral apropiado para proveer calor y
crecimiento.
Dado todos estos factores, nunca debemos olvidar el elemento
más importante en todo esto. El sol es únicamente la fuente de calor para
la superficie de nuestro planeta. Si se oscurece disminuyendo su
intensidad - aunque sólo sea levemente, nos congelaríamos. Si brillara un
poco más de la cuenta, aunque sólo fuese un mínimo, nos quemaríamos.
Fuego o Hielo?
Nuestra propia historia planetaria demuestra este principio
con extrema claridad. No hace mucho tiempo, en las décadas de los 1960 y
1970, los científicos estaban de hecho prediciendo una nueva era glaciar para
un futuro no muy distante. Sus observaciones fueron extraídas del pasado,
ya que el hemisferio norte estuvo en un tiempo cubierto por glaciares que se
extendían tan distante como el sur de las regiones centrales de América hoy.
Además, la historia reciente refuerza la hipótesis de ellos
del enfriamiento. Los expertos en el clima se refieren a una “Pequeña
Era Glaciar” que tuvo lugar en Europa entre el siglo trece y mediados del
diecinueve. A finales de 1816, el “famoso año sin verano”, fue
testigo de temperaturas congelantes y cosechas arruinadas por el frío extremo
en Europa, Terranova y Canadá. Hasta el sur de Pensilvania,
había hielo en los ríos y lagos a mediados del verano, acompañados con
ventiscas de nieve.
Es bien sorprendente advertir que el factor común en estas
aberraciones climáticas también fue el sol. Es bien conocido que este
período estuvo marcado por la ausencia virtual de tormentas solares. En
ocasiones, las manchas solares estuvieron simplemente ausentes. La mayor
parte del tiempo aparecían con extrema rareza. Por si no lo sabía, las
manchas solares son uno de los eventos más documentados en la historia de la
observación astronómica. Los expertos, literalmente las han estado
observando por siglos.
Bien conocido por los
astrónomos, es el período entre los años 1645 a 1715 de la era cristiana,
conocido como “El mínimo de Maunder”, cuando las manchas solares
desaparecieron de la superficie del sol, tal como observaron los astrónomos de
la época. Recibe este nombre, por el astrónomo solar Edward Walter
Maunder quién descubrió la falta de manchas solar durante ese período
estudiando los archivos de esos años. En tres décadas de esta época
histórica, sólo se manifestaron 50 manchas solares, ¡en oposición a las 40.000
ó 50.000 de un período similar!
Esta situación que duró por espacio de cinco siglos, llevó
al hemisferio norte, temperaturas mucho más frías de lo normal, en
sincronización exacta con la disminución de la actividad solar. Más
manchas solares producen más calor y viceversa. Ciertamente la
actividad humana no estuvo en ninguna forma conectada con estos cambios, ya que
todo ocurrió mucho antes de la revolución industrial.
De manera interesante, los años antes de la Pequeña Era
Glaciar son conocidos como “El Período Medieval Cálido”. Durante
este período, exploradores de Islandia fueron guiados en dirección oeste a
través del Atlántico Norte por el afamado explorador Erik el Rojo, cuyos
antepasados habían llegado originalmente desde Noruega. Alrededor del año
982 de la era cristiana, ellos llegaron a un exuberante territorio, tan rico y
verde que lo colonizaron de inmediato. Como sus regiones al sur
estaban cubiertas con una vegetación profusa, de inmediato le llamaron
Groenlandia. Los sembrados y las vides prosperaron. Se instituyeron
rutas comerciales. ¡Incluso hasta se estableció allí una arquidiócesis de la
iglesia de Noruega!
No es necesario decir, que Groenlandia ya no es verde.
Después de cuatro siglos y medio de enfriamiento, su territorio rápidamente se
cubrió con hielo. Los noruegos regresaron a su tierra natal.
Durante el siglo quince tuvo lugar en Groenlandia una “Pequeña Era
Glaciar”. Desde entonces, hasta este día, el área permanece todavía
cubierta con hielo, que continúa acumulándose, algunas veces hasta cientos de
metros de profundidad, en donde en un tiempo crecían los sembrados y florecían
las villas.
Todos estos cambios climáticos notables tuvieron lugar antes
que el hombre usara combustibles a base de carbón. Lo cual demuestra que los cambios en el clima están mas asociados a la
acción solar que a la actividad de los seres humanos, tal como se asegura en la
actualidad. Si hay una verdad en la Biblia, es que es Dios, no el hombre,
quien controla el clima. La Biblia asegura que Él regula el nivel de
energía del sol, y por consiguiente el nivel de energía calorífera a través de
todo nuestro sistema solar. A continuación, examinemos unos
pocos ejemplos que demuestran esta verdad.
Las cinco declaraciones de Joel
Hace mucho tiempo, el profeta Joel escribió sobre el período
de la tribulación. La mayoría de expositores creen que redactó su libro
en el siglo noveno antes de Cristo, durante el reinado del rey Joas, rey de
Judá. La mayoría determinan su fecha alrededor del año 835 antes de
Cristo, mucho antes que los otros profetas. Lo que es más increíble es
que el Señor le dio a Joel una visión definida del “día de Jehová”,
una frase que citó cinco veces.
La crónica de este terrible día en el pasado distante, es
todavía futuro para nosotros. Sin embargo, Joel lo menciona como algo
inminente, incluso aunque escribió estas palabras hace 28 siglos: “¡Ay
del día! Porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el
Todopoderoso” (Joel 1:15).
Cinco veces, Joel invoca el nombre del “día de Jehová”,
el aterrador día de la ira de Dios. La frase “está cercano”
quiere decir, que estas palabras fueron escritas para Israel en los últimos
días, que se refieren a las condiciones durante la tribulación.
La segunda vez que citó el término, lo asoció con el
ejército invasor, cuyo poder es tal, que es capaz de reducir el territorio a
una ruina humeante: “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo
monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de
Jehová, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube
y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo
grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en
años de muchas generaciones. Delante de él consumirá fuego, tras de
él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y
detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape” (Joel
2:1-3).
Su tercera mención concluye
con el mismo pensamiento: “Y Jehová dará su orden delante de su
ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su
orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá
soportarlo?” (Joel 2:11).
La cuarta invocación de Joel del cataclismo futuro, eleva la
naturaleza de la catástrofe a un nivel indudablemente superior. Aquí el
clima de la tierra parece estar completamente descontrolado, produciendo una
atmósfera que oscurece el Sol y la Luna: “Y daré prodigios en el
cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se
convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y
espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será
salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho
Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado” (Joel 2:30-32).
Su uso final del término parece trascender enteramente todo
el sistema climático de la Tierra. Aquí, en la peor de las calamidades de
la tribulación, el propio sol parece estar afectado: “Echad la hoz,
porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno,
rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en
el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la
decisión. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su
resplandor” (Joel 3:13-15).
Estas palabras describen una tragedia astronómica y
meteorológica de primera magnitud. Este desastre es mucho peor que
cualquier visión que haya concebido la comunidad globalista sobre el
calentamiento global. Un examen minucioso del recuento bíblico de la
tribulación, revela una perturbación, no sólo en el ambiente inmediato de la
Tierra, sino también en el entero sistema solar. Aparentemente, el aire
se oscurecerá por la cantidad tan grande de desechos, tal vez de los
volcanes. Pero además de esto, el brillo del sol disminuirá. Como
la Luna refleja la luz del Sol, su esplendor también se oscurecerá. Las
predicciones de los profetas de la Biblia, son una bofetada en el rostro de los
científicos actuales, quienes insisten que en los procesos naturales,
sencillamente no tienen lugar cambios rápidos.
Los astrónomos y los geofísicos piensan en términos de
millones de años, a lo largo de los cuales van teniendo lugar cambios
progresivos a duras penas perceptibles. Tal pensamiento es conocido como “uniformitarianismo”.
Es la base del pensamiento evolutivo, el que sostiene que el presente es el
modelo para el pasado. Bajo este punto de vista, las condiciones en la
Tierra son generalmente concebidas como absolutamente estables, con cambios que
tienen lugar en incrementos pequeños, pero no en convulsiones globales.
Sin embargo, la Biblia se refiere al “día de Jehová”
como un evento de naturaleza global, no local. Definitivamente algo que
bien podríamos comparar con una convulsión. Como el gran diluvio de Noé,
afectará toda la Tierra. La ciencia siempre ha hecho mofa de la realidad
de un diluvio global, rehusándose a creer que tal evento pudo ocurrir en el
pasado. Esto se debe probablemente a su incapacidad para plantear
hipotéticamente una serie de condiciones capaces de producir un diluvio de proporciones
globales. Pero la respuesta a este problema es simple: Dios es quien
controla todos los sistemas del universo, incluyendo el clima.
Por siglos, la ciencia ha enseñado que el centro de la
Tierra es magma incandescente. Mientras que la Biblia dice que cuando
tuvo lugar el diluvio,“El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes
segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las
fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas” (Génesis
7:11).
Los científicos no podían compaginar, cómo la Biblia se
refería a “fuentes del grande abismo”, siendo que en las
profundidades de planeta sólo hay magma. Eso era un punto en que se
apoyaban para negar la veracidad del diluvio, pero ahora esa misma ciencia ha
corroborado esta realidad.
A continuación, permítame compartir con usted una porción de
un artículo escrito por Ker Than y publicado en la página de Internet LiveScience.com,
el 2 de marzo de 2007, que se titula “Océano gigantesco descubierto
dentro de la Tierra”, el cual dice textualmente: “Los científicos que
han escudriñado las profundidades de la Tierra, han descubierto evidencia de
una vasta reserva de agua debajo del oriente de Asia, que tiene por lo menos el
volumen del océano Ártico’.
“Ésta es la primera vez que se ha descubierto una
cantidad tan vasta de agua debajo del manto profundo del planeta. El
descubrimiento llevado a cabo por Michael Wysession, un sismólogo de la
Universidad Estatal de Washington en St. Louis, y por Jesse Lawrence quien
fuera uno de sus estudiantes, y quien ahora se encuentra en la Universidad de
California, en San Diego, será detallado en una próxima monografía que
publicará la Unión Geofísica Americana”.
La pareja analizó más de 600.000 sismogramas - los registros
de las ondas generadas por los terremotos que viajan a lo largo de la Tierra -
recolectados por instrumentos colocados en diversos lugares alrededor del
planeta.
Ellos advirtieron una región debajo de Asia, en donde las
ondas sísmicas parecen apagarse o “atenuarse”, e incluso se advierte que
disminuyen un poco su velocidad. Wysession explicó: “El agua atenúa un
poco la velocidad de las ondas. La gran humedad y la disminución de su
intensidad, concuerda muy bien con las predicciones del agua”.
De acuerdo con los pronósticos anteriores se calculaba que
si se sumergía una gran porción del lecho frío del océano unos miles de
kilómetros dentro del manto de la Tierra, las altas temperaturas harían que el
agua almacenada dentro de la roca se evaporase.
Wysession dijo: “Esto es exactamente lo que encontramos
aquí. El agua dentro de la roca que se hunde con la porción del lecho del
océano está completamente fría, pero se calienta conforme se sumerge más
profundo, y la roca finalmente se torna inestable y pierde su agua”.
A pesar de que parecen sólidas, la composición de algunas
rocas en el lecho del océano contienen hasta más de 15% de agua.
Wysession explicó, que “Las moléculas de agua de hecho están adheridas
a la estructura mineral de la roca. Conforme se calienta, finalmente se
deshidrata. Es como poner la arcilla en el fuego para extraerle el agua”.
Los investigadores estiman que el 0,1% de la roca sumergida en el
manto de la Tierra en esa parte del mundo, es agua, lo cual es similar a toda
el agua en el océano Ártico.
Vemos entonces, que la propia ciencia que por tanto tiempo
había negado el diluvio, está demostrando ahora la veracidad absoluta de este
evento.
El día de Jehová
El “día de Jehová” no sólo tendrá una
naturaleza global, sino que será un tiempo de caos sin paralelo en la
historia. El propio Señor Jesucristo lo describió como único y horroroso,
dijo: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde
el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no
fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos
días serán acortados” (Mateo 24:21,22).
En estos versículos, el Señor estaba refiriéndose a la
tribulación, la cual es otra forma de hablar de los juicios del “día de
Jehová”. Tomando sus palabras literalmente, esto implica que la
tribulación será el peor cataclismo que haya afectado jamás al planeta.
Desde nuestra perspectiva humana, con dos mil años de calma relativa en la
geósfera - en la parte sólida de la tierra, es muy difícil imaginar la intensidad
de ese tiempo. Tratar de concebir los horrores de la tribulación es algo
que va casi más allá de nuestra imaginación. Sin embargo, la historia del
presente sistema mundial, remontándonos hasta Adán, incluye muchas catástrofes
a gran escala, entre ellas el diluvio de Noé, el cual fue mucho más que una
simple inundación.
Quienes consideran la Biblia como divinamente inspirada,
creen que la Tierra en esos días soportó tanto un diluvio global como un gran
cataclismo. Como dice la Escritura: “Y sucedió que al séptimo día
las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. El año seiscientos de la
vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron
rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron
abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches” (Génesis
7:10-12).
Otra de las grandes catástrofes del planeta tuvo lugar en
los días de Peleg, sobre la cual dice la Escritura: “Y a Heber
nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días fue
repartida la tierra...” (Génesis 10:25). Esta catástrofe ocasionó
la división de la masa terráquea y la formación de los continentes, ya que en
el principio los continentes formaban una gran pangea.
Siendo esto verdad, entonces la declaración del Señor Jesucristo indica, que el desastre venidero
será realmente algo sin precedentes, mucho más violenta que la ocurrida en el
tiempo de Noé, y la del tiempo de Peleg.
Algunos han sugerido que estas “fuentes del grande
abismo” que se rompieron cuando el diluvio, bien pudieron haber sido
volcanes que arrojaron al aire grandes nubes de varios gases, incluyendo agua
hirviendo y vapor. Por largo tiempo, el sol incluso no era visible.
Lentamente la atmósfera se fue aclarando, y las aguas del diluvio se fueron
retirando dejando al descubierto un nuevo mundo azotado por el viento, mal
tiempo, tormentas, tornados, huracanes, y demás.
Antes de este diluvio, la meteorología de la Tierra era tan
estable que incluso ni llovía. Con todo lo difícil que esto pueda
parecer, la Biblia es inequívoca acerca del asunto. En los siguientes
versículos, debemos tomar nota de dos cosas: Primero no llovía, segundo Dios es
revelado como la causa de la lluvia. “Estos son los orígenes de los
cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la
tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y
toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho
llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que
subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra” (Génesis
2:4-6).
Aquí, tal como otros han registrado en gran detalle, la
radiación solar, la geología de la Tierra y el clima, eran bien diferentes a
las condiciones actuales. Dios diseñó por entero y a la medida, el medio
ambiente para esta creación.
En otras palabras, Dios controla el mal tiempo, el clima y
la interacción entre la Tierra y el Sol. Es tanto Creador como
Controlador, Ese quien en un momento de la historia del planeta, no permitía
que lloviera. Esto dista mucho de la opinión moderna, la cual sostiene
que el hombre es la principal influencia en los sistemas que controlan el
clima.
En este día en que todo se monitorea por sistema de radares
y satélites, algunas veces hasta se le da crédito al meteorólogo por el control
del clima. Cuando anuncia buen clima, hasta recibe congratulaciones, y
cuando el clima es malo algunos lo culpan, como si de hecho fuera el
causante. Algunos incluso hasta teorizan, de que nos encontramos ya en el
punto, que casi somos capaces de controlar el clima del planeta. Pero si
esto lo evaluamos de acuerdo con lo que enseña la Biblia, tal suposición luce
ridícula.
De hecho, todos sabemos muy bien que los meteorólogos son incluso
incapaces de anticipar los patrones del clima más allá de unos pocos
días. La histeria acerca del calentamiento global es una demostración de
la incapacidad del hombre por controlar el medio que lo rodea. Sus
proponentes de continuo aseguran que la humanidad está prácticamente al borde
de un desastre incontrolable. Muchos de ellos proclaman que nos encontramos
sólo a unos pocos años de que tenga lugar un cambio irreversible en el clima.
La tribulación involucrará cataclismos similares a los que
ocurrieron en el tiempo del diluvio, pero también varias catástrofes
adicionales, algunas de las cuales se extenderán mucho más allá de la atmósfera
que nos rodea, hasta el propio sol.
El futuro del Sol
Como es bien sabido por la ciencia, y tal como lo expliqué,
la energía del sol es esencialmente toda la energía de nuestro sistema
planetario local. Si se extingue, se extinguirá también la vida en esta
parte del cosmos. Por consiguiente, es especialmente interesante examinar
el futuro, pero desde la perspectiva de Dios en los cielos.
Él creó el sol, y puede usarlo para hacer cualquier cosa que
tenga en mente. Durante el período de la tribulación, sus ángeles irán de
aquí para allá y desestabilizarán el entero sistema global, incluso hasta el
punto que la humanidad llegará al borde la extinción. Jesús dijo en el
contexto de la tribulación, que las condiciones serían tan fieras que hasta la
propia supervivencia de la humanidad estaría en juego. “Porque
habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del
mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados,
nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán
acortados” (Mateo 24:21,22).
Pero, ¿cómo puede ser posible tal cosa? ¿Qué
será lo que ocurrirá que afectará hasta la supervivencia de la humanidad?
La respuesta es bien simple, particularmente cuando consideramos la fobia
actual de que mucha exposición al sol produce cáncer. Hoy en día se nos
aconseja que usemos lentes que absorban los rayos ultravioleta y lentes de
contactos para proteger los ojos del sol. Comerciales de televisión por
millares nos urgen a que evitemos la exposición prolongada a los rayos solares
y que nos apliquemos cremas especiales para protegernos la piel.
Todo esto, debido a la variedad de cánceres y otras
enfermedades que pueden manifestársele a esos que se exponen demasiado a los
rayos solares. La habilidad de nuestra atmósfera para absorber esos rayos
se ha debilitado por los cambios masivos en el clima. Tal vez el colosal
intercambio nuclear que tendrá lugar en el futuro tendrá este efecto, que la
naturaleza de la radiación del sol se verá sometida a alteraciones mortales.
Ahora considere cuidadosamente estas palabras del libro sagrado:
“Y
sobre todo monte alto, y sobre todo collado elevado, habrá ríos y corrientes de
aguas el día de la gran matanza, cuando caerán las torres. Y la luz de la
luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz
de siete días, el día que vendare Jehová la herida de su pueblo, y curare la
llaga que él causó. He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos; su
rostro encendido, y con llamas de fuego devorador; sus labios llenos de ira, y
su lengua como fuego que consume” (Isaías 30:25-27).
Sólo imagine un verano bien caliente y luego multiplíquelo
por siete, para que se haga una idea de lo que declara la Biblia al decir, “y
la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días”. Aquí la
profecía de Isaías ciertamente se refiere a los días de la tribulación...
probablemente muy cerca del tiempo de la batalla de Armagedón.
La profecía de Isaías parece aludir al mismo evento descrito
en Apocalipsis 16:8a, cuando “El cuarto ángel derramó su copa sobre el
sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego...” Esto
enfatiza el resultado, pero no la causa. ¡Y el resultado es espectacular!
Bajo estas condiciones, los seres humanos no podrán salir fuera de sus hogares
sin todo el cuerpo cubierto y sin lentes especiales para protegerse los
ojos. Imagine la sequía que habrá entonces, los fuegos de maleza, la
combustión espontánea y la intensidad del calor dentro de las casas y
vehículos. Desde que Adán fuera creado, el mundo nunca ha experimentado
tales condiciones.
Este juicio será contra el reino del Anticristo.
Imagine cuál no será la consternación de sus seguidores, cuando el reino se
convierta en un infierno sobre la tierra. Seguramente, entonces se
volverán contra él en algún momento. En el mismo contexto, note el juicio
del siguiente ángel: “El quinto ángel derramó su copa sobre el
trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus
lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus
úlceras, y no se arrepintieron de sus obras” (Apocalipsis 16:10,11).
Tal parece, que exactamente en medio del ardiente calor
solar, un ángel oscurecerá la Tierra. El resultado será inimaginable...
calor en medio de la oscuridad. Esto nos recuerda las plagas de
Egipto en los días de Moisés, cuando por tres días los egipcios no se atrevían
ni a moverse. El temor y angustia de esos que tendrán que afrontar tales
condiciones, los llevará al borde de la locura. Pero en su estado
reprobado, se rehusarán a arrepentirse, y en lugar de implorar el perdón de
Dios, blasfemarán y lo culparán por lo que estará ocurriendo.
Los ángeles de Dios están investidos con el poder para
cambiar la potencia de la energía del sol, asimismo disminuirla. Tal vez
ellos hasta harán que aumenten el número de tormentas solares.
Posiblemente la energía del espectro solar se verá alterada de alguna
manera. No hay forma que podamos saberlo, pero el resultado es
obvio. La humanidad se verá sometida a una dosis masiva de radiación
dañina. En ese día de grandes catástrofes climáticas, nadie culpará a los
hombres por el consumo excesivo de hidrocarbonos.
Pero... ¿Cuál será el resultado de toda esta furia solar?
¿Quemaduras en la piel? ¿Cáncer? ¿Ceguera? Parece obvio que los
hombres se verán obligados a cubrirse completamente el cuerpo si tienen que
salir afuera en el día. Durante los últimos años, las tormentas
solares masivas han resultado en megatones de partículas cargadas que han
salido disparadas de la superficie del sol. Afortunadamente, hasta
este momento, no han impactado nuestro planeta. Pero estas llamadas
expulsiones de masa coronal, o agujeros en la corona del sol, son llamaradas
solares que tienen el potencial para quemar a nuestro mundo con calor y
radiación.
Según los observadores el hecho de que nuestro planeta no haya sido impactado se debe a “buena suerte”. Nosotros por el contrario le llamamos una bendición de Dios. Sea como sea que se le llame, todo lo que ocurrirá demostrará la veracidad de las profecías de la Biblia. Ciertamente habrá un tiempo cuando la furia del sol se reflejará con un calor increíble.
Según los observadores el hecho de que nuestro planeta no haya sido impactado se debe a “buena suerte”. Nosotros por el contrario le llamamos una bendición de Dios. Sea como sea que se le llame, todo lo que ocurrirá demostrará la veracidad de las profecías de la Biblia. Ciertamente habrá un tiempo cuando la furia del sol se reflejará con un calor increíble.
Luz y oscuridad
Los juicios de la tribulación están arreglados específicamente como una demostración del poder de Dios. Los hombres que creen comprender los “procesos naturales” quedarán impactados al comprobar que esos procesos están bajo el control de un intelecto poderoso. Esta idea es completamente clara en la profecía de Isaías:
“Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso. Por tanto, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de hombre, y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas. He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes. Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre. Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira” (Isaías 13:6-13).
Sería muy fácil decir que las condiciones descritas aquí son simplemente el resultado de fuegos locales, o la consecuencia de una guerra nuclear que ha colmado el aire con fuego y polvo. Pero que se “estremezcan los cielos”, ciertamente no será una catástrofe local. No podemos decir con exactitud qué es lo que significan estas palabras, excepto que tal parece, que de alguna forma, hasta la rotación de la órbita de la Tierra se alterará. En el fin, incluso hasta la duración del año solar y del día serán cambiados.
Una calamidad futura
El capítulo 24 de Isaías, ha sido llamado a menudo el “Pequeño Apocalipsis”. Comienza con un cuadro de devastación que es prácticamente increíble, ya que dice: “He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores” (Isaías 24:1).
Difícilmente podríamos tener un cuadro más perturbador de una destrucción más terrible que ésta. Imagine las consecuencias de una guerra nuclear, combinada con perturbaciones a una escala astronómica y llameante radiación. El resultado será una tierra asolada por el fuego, virtualmente desprovista de vegetación. Los hombres tropezarán unos contra otros en aturdimiento, vagando y preguntándose dónde podrán encontrar el próximo bocado de comida.
La descripción de Isaías de la maldición que le sobrevendrá a la Tierra, llega a ser incluso más profunda:
“Terror, foso y red sobre ti, oh morador de la tierra. Y acontecerá que el que huyere de la voz del terror caerá en el foso; y el que saliere de en medio del foso será preso en la red; porque de lo alto se abrirán ventanas, y temblarán los cimientos de la tierra. Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra conmovida. Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará. Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra” (Isaías 24:17-21).
Pero... ¿Cómo ocurrirá tal cosa? De alguna forma, la rotación segura y constante de la Tierra se interrumpirá. ¿Será quizá por un terremoto de proporciones gigantescas que desplazará las placas tectónicas? Si los continentes de alguna forma se desplazaran hacia nuevas posiciones, ¿acaso no se desestabilizaría el alineamiento de nuestro planeta? Sea cual fuere el método que usará Dios, es claro que el resultado de todo serán cambios masivos. El sistema mundial actual sucumbirá para nunca volver a ser.
Cuando llegue la tribulación, los líderes de las Naciones
Unidas tratarán de salvar el medio de la Tierra. En la actualidad y a
pesar de las quejas continuas, vivimos en un estado de bendición, donde el
alimento abunda, y las necesidades de la vida se ven solucionadas.
Incluso tenemos disponibles lujos de toda clase como nunca habíamos visto en la
historia de este planeta. No obstante, incluso bajo estas circunstancias,
esos que propagan el pánico claman que la humanidad se encuentra al borde la
destrucción.
Pero... ¿Qué dirán ellos en ese día de grandes terremotos,
cuando todo el planeta se estremecerá? Piense en estas palabras:
“Y
el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda
isla se removió de su lugar” (Apocalipsis 6:14).
¿Cómo reaccionará la humanidad inconversa cuando el terror
del cielo se haga una realidad? Será, exactamente como lo declaran los siguientes
versículos: “El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran
montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar
se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes
que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida. El
tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo
como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las
fuentes de las aguas” (Apocalipsis 8:8-10).
La religión secular que ha depositado su fe en la
estabilidad global quedará hecha añicos, todos los que han depositado su fe en “Gea
- en la Madre Tierra”. Quienes miran a la Tierra por su salvación
serán severamente probados. Por otra parte, esos cuya fe descansa en la
obra consumada del Señor Jesucristo serán librados de la ira venidera.
Fuente: http://www.lavozdelosmartires.com.ar/el-calentamiento-global.htm#Nota
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¡Cuidate!
¡Dios te bendiga!
¡Cuidate!
¡Dios te bendiga!